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jueves, 2 de mayo de 2013

Anotaciones sobre el Yoga

El sistema clásico del Yoga como fue descrito y sistematizado por Patanjali en los Yoga Sutras (dónde sutra significa tejido) describe un camino de ocho estadios hacia la Iluminación: los Cinco Principios Morales Universales (Yamas); las Cinco Disciplinas Personales (Niyamas); las Posturas (Asanas); la Respiración Regulada (Pranayama); el Retraimiento de los Sentidos (Pratyahara); la Concentración (Dharana); la Meditación (Dhyana); y la Iluminación (Samadhi).


Un árbol tiene raíces, tronco, ramas, corteza, savia, flores y frutos. Cada uno de estos componentes posee una identidad separada, pero cada componente no puede constituir él solo un árbol. Lo mismo ocurre con el yoga. Al igual que todas las partes reunidas conforman un árbol, así también los ocho estadios reunidos conforman el yoga. Los principios universales de yama son las raíces, y las disciplinas individuales de niyama confirman el tronco. Las âsanas son como varias ramas extendiéndose en distintas direcciones. El prânâyâmâ, que ventila el cuerpo con energía, es como las hojas que ventilan el árbol para que no se pudra. Dhârânâ es la savia del árbol que mantiene firme el cuerpo y el intelecto. Dhyâna es la flor que al madurar se convierte en el fruto de samâdhi. De igual suerte que el fruto es el desarrollo superior de un árbol, la realización de nuestro verdadero sí mismo (âtma-dârsana) constituye la culminación de la práctica de yoga. 

Los Yamas o Disciplinas Sociales:

- Ahimsa: No Violencia.
- Satya: Veracidad.
- Asteya: No Robar.
- Brahmacarya: Continencia.
- Aparigraha: No Codiciar.

Los Niyamas o Disciplinas Personales:

- Sauca: pureza.
- Santosa: contento.
- Tapas: austeridad.
- Svadhyaya: estudio del Sí mismo.
- Isvara pranidhana: devoción a lo sagrado.

Las Asanas, posturas, implican salud física y ecuanimidad, ligereza y flexibilidad de cuerpo y mente. 
Pranayama, control de la respiración o prana como flujo de energía.
Pratyahara, interiorización de los sentidos.
Dharana, concentración o atención completa en un único punto.
Dhyana, meditación, como fluido ininterrumpido de atención.
Y Samadhi, camino interior en el que el cuerpo y sentidos están en reposo (como cuando dormimos), pero la mente y la razón permanecen alerta (como cuando estamos despiertos).

Para alcanzar el estado más elevado el yoga plantea un camino de autoconocimiento, hacia la paz en el cuerpo y la ecuanimidad en la consciencia. 

"Cuando se practica yoga con la inteligencia, penetrando en cada rincón de este imperio que es el cuerpo, se descubre al emperador, el Sí Mismo".

Más allá de que el objetivo personal de cada uno se acerque o no al de la Iluminación -entendida como una emancipación de los cinco sentidos y comunión con lo Divino-, el Yoga se trata de vivir en armonía con uno mismo y con el mundo que nos rodea; dejando el ego a un lado, aspirando a la (siempre frágil) estabilidad, soltando las tensiones que nos "defienden" del exterior. Vivir en armonía no significa ser ajenos, sino... no perder el contacto con lo que nos sostiene internamente, y con lo que creemos que es prioritario durante esta vida.

Por eso, no hay que confundir las asanas con ejercicios. Cada parte del cuerpo participa solidariamente de cada postura; cada asana vivida como una meditación en sí misma, no buscando "llegar" a una pose sino permanecer en cada lugar a cada momento, como una persona en su totalidad.